Infidelidad. Si engañas no amas.
La realidad es que ninguno de nosotros tenemos la respuesta exacta; para Freud la infidelidad está totalmente justificada con la existencia de los seres humanos por dos factores: ternura y sensualidad.
Las dos corrientes conforman el amor y el deseo en la etapa de la niñez (etapa edípica para Freud) que surgen después del trayecto de nuestra infancia y conforme a las experiencias vividas en ella. De esta modo es como nosotros vamos a ver y llevar acabo la infidelidad; desde ser amantes de alguien más o ser nosotros los que seamos infieles.
En un caso específico, el deseo de serle infiel a nuestra pareja es incontrolable, ya que nuestra necesidad de estar con alguien más sin importar que tengamos una relación con una persona, se debe a que en realidad no buscamos comprometernos con nadie, pero deseamos –egoístamente– tener todos los beneficios de un noviazgo.
Como seres infieles nos gusta la libertad, incluso estar con otras personas pasándola bien, mientras que nuestra pareja nos espera en casa sin imaginar lo que estamos haciendo.
En raros casos y en una realidad poco probable, nuestra pareja habría entendido nuestra necesidad de ser libre y la idea de dejar la exclusividad a un lado; pero no, esto no pasará.
No pasará porque le mentimos a la persona que está con nosotros todo el tiempo, a alguien que nos considera su mejor amigo y que no le pasa por la mente fallarnos. La realidad es que nosotros estamos mintiendo y estamos en una “relación” solamente cuando nuestro novio está presente con nosotros.
Nos preguntamos qué está mal con nosotros y lo grave, por qué no nos sentimos culpables. Entonces es cuando nos damos cuenta de que todo se relaciona con los sentimientos tibios que sentimos hacia las otras personas con las que estábamos, ya que todas las relaciones que queremos tener o que tenemos no nos importan lo suficiente como para no arruinarlas. Además de no tener respeto por ninguna de las personas con las que estamos –aparte de nuestra pareja- como para verlos como algo más .
Quizá, después de mucho tiempo nos demos cuenta de que lo que hacemos no es amor de verdad. Si amamos de verdad sabemos que el amor también es respeto, no seríamos capaces de mentirle; nos comería por dentro y la culpa no nos dejaría dormir.
Además del respeto, tener una pareja incluye un compromiso y cuando de verdad alguien nos importa, haríamos los necesario para no lastimarle.
Lo recomendable es que seamos totalmente sinceros y si no nos sentimos a gusto en una relación no debemos permitir que la otra persona pierda su tiempo con nosotros y lo mejor será aceptar la decisión del fin; por su propio bien y por el nuestro.
Fuente: kate Nateras para culturacolectiva.com
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