Nunca digas que estás solo, porque no estás solo.
Vivir en una casa con varias personas no nos protege de sentirnos perdidos en todo el caos que nos llega del mundo exterior, lo que hace que muchos nos sintamos vacíos, y abatidos.
En estos tiempos difíciles es vital tener un centro interno fuerte y una vida espiritual activa. Tener conciencia espiritual y estar arraigados nos da el poder de saber que nunca estamos solos.
Las almas espiritualmente conscientes saben que el Universo, el Espíritu, Dios, la Fuente, está siempre con nosotros, apoyándonos, dirigiéndonos y protegiéndonos.
El contacto diario con el Espíritu compensa el vacío de la soledad, el miedo o la desesperación .
Algunas personas no tienen un sistema de apoyo social, y esto puede generar una soledad aún más grave, depresión y problemas de salud mental.
Es importante recordar que en nuestras oraciones y meditaciones diarias podemos enviar protección, luz curativa y energía amorosa a otros a distancia. Deberíamos ser conscientes de acercarnos a los demás más a menudo y compartir con ellos nuestro “brillo espiritual”.
También es útil recordar que siempre hay un propósito superior en todo lo que ocurre en nuestro mundo.
Cuando surge un sentimiento de soledad, una de las mejores cosas que se pueden hacer es acercarse a otra persona que se encuentre en una circunstancia más difícil o menos privilegiada que la propia. Sirve para romper el dominio que el sentimiento de soledad puede tener sobre nosotros.
En lugar de sentirte miserable, haz un esfuerzo para hacer sonreír a otra persona.
Da un paseo al aire libre, aunque sólo sea una vuelta a la manzana, y procura fijarte en la vida y la belleza que te rodea, ya sea en la naturaleza o en los seres humanos. Pon algo de música de tu juventud y canta y baila en tu salón.
Recuerda tiempos más sencillos y despreocupados.
Prueba una nueva receta.Piérdete en un proyecto artístico o artesanal. Canalizar la energía hacia la creatividad siempre funciona de maravilla.Participar en este tipo de actividades me ayuda a dejar de lado la idea de que hay cosas que son más divertidas con otras personas. La verdad es que podemos aprender a disfrutar y apreciar nuestra propia compañía, al tiempo que invertimos en nuestro crecimiento y bienestar personal.
No es necesario que nos sintamos nunca solos, porque nunca estamos verdaderamente solos. La única compañía esencial que necesitamos es el Espíritu.
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