¿Por qué le quieres aunque te trate mal?
En las relaciones heterosexuales, a muchas mujeres nos cuesta darnos cuenta de que estamos en una relación de violencia psicológica, emocional o física porque solemos conectar con el niño asustado que todo maltratador lleva dentro.
Nuestra capacidad para sentir empatía y para cuidar es la que nos hace ser compasivas y comprensivas: muchas de nosotras hemos interiorizado el mito de la Salvadora, y por eso tenemos tanta paciencia y aguantamos en relaciones en las que no somos felices y no somos correspondidas.
Algunas mujeres, sin saberlo, ejercen un rol maternal con sus 
compañeros, y creen que podrán salvar al amado de sus problemas a base 
de amor. Porque también hemos interiorizado el mito de que el amor todo 
lo puede, que el amor nos salva de nosotros mismos y de nuestros 
problemas, que el amor supera todos los obstáculos cuando es verdadero y
 auténtico. Y con esa idea podemos quedarnos meses y años esperando al 
milagro romántico que nos lleve al paraíso del amor: ese cambio que se 
dará por arte de magia y logrará convertir al sapo verde en príncipe 
azul.
Es una trampa a veces mortal para muchas de nosotras, 
porque al compadecernos del hombre con problemas, lo que hacemos es 
ponernos en riesgo a nosotras mismas. 
El amor no es suficiente 
para sostener una relación sin reciprocidad, ni para salvar a nadie de 
sus adicciones, de sus traumas, de su discapacidad emocional o de sus 
problemas con la violencia.
Las mujeres conectamos a ese niño 
bondadoso, tierno, vulnerable que habita en todos los hombres 
maltratadores y que pide amor a gritos.
Como vemos a ese niño, 
nos damos cuenta de cómo su complejo de inferioridad se convierte en 
complejo de superioridad, cómo tienen dificultades para identificar y 
expresar sus emociones, cómo los traumas de su infancia les han 
destrozado por dentro, y sentimos que en realidad lo que está pidiendo 
ese hombre inseguro es atención y cariño. Sólo que, nos decimos para 
justificarle, lo que le pasa es que no sabe pedirlo bien: lo hace desde 
el enojo, y esa rabia le hace violento. 
Y creemos que podemos 
curarle y enseñarle a expresar sus emociones, a comunicarlas, a 
gestionarlas para que no le hagan daño a él y de paso no nos haga daño a
 nosotras.
Pensamos que nuestro amor ablandará su corazón y desintegrará el muro de acero que le hace sufrir y nos hace sufrir tanto.
Creemos que si aguantamos mucho al final obtendremos nuestra recompensa: pero no es cierto. 
No hay recompensa. La Bestia no se convierte en Príncipe Azul nunca.
No se sale de la violencia si no es con voluntad, trabajo, disciplina,
 y si no se pide ayuda profesional. Los problemas de masculinidad 
requieren de mucho tiempo y energía, y la mayor parte de los hombres no 
quiere trabajarse esos problemas porque no quiere enfrentarse a su dolor
 y no quiere mostrar su fragilidad.
Así que sólo podemos trabajar
 en nosotras, y girar el foco de atención hacia nosotras: siendo más 
comprensivas, más amorosas con nosotras mismas, podremos dejar de 
compadecernos de la persona que nos hace sufrir. 
Si aprendemos a
 querernos a nosotras mismas, entonces conectaremos antes con nuestra 
niña interior, esa que necesita ser cuidada y se merece ser feliz, que 
con el niño interior del hombre con problemas.
Si logramos sentir
 más empatía hacia nosotras mismas, seríamos más solidarias y nos 
cuidaríamos mucho más: le daríamos prioridad a la niña que nos habita 
porque sabemos que nadie más que nosotras somos responsables de su 
felicidad y su bienestar. Sabemos que sólo nosotras podemos velar por su
 seguridad, así que hay que trabajar más en nosotras, y cuidarnos mucho.
 
Una de las claves del autocuidado es rodearte de gente que te 
sabe querer bien, que te hace la vida más bonita, que se sitúa como un 
compañero junto a ti. Ni por encima, ni por debajo: sólo puedes 
relacionarte en horizontal, de tu a tú, con alguien que tenga el nivel 
suficiente de salud mental como para quererte sin hacerte daño, y para 
cuidarte sin machacarte a la vez.
Una vez que priorizas a la 
niña, el niño no te da tanta lástima ni te despierta tanta ternura, 
porque no quieres que nadie haga daño a esa personita linda que está 
dentro de ti y que es frágil y requiere atención y cuidados. A esa niña 
no la dejarías sola frente a la Bestia del cuento, porque no permitirías
 que nadie la tratase mal.
Una vez que tienes claro que te 
mereces un compañero que te cuide y al que cuidar, una pareja que te 
haga la vida más fácil y más bonita, entonces eres capaz de abandonar al
 niño que no quiso trabajárselo nunca para ser mejor persona, que 
siempre encontró a alguien a quien culpabilizar de sus problemas, y con 
la que desahogarse de sus miedos y frustraciones.
Porque cuando 
los niños se van haciendo adultos, todos pueden elegir si desean 
perpetuar la cadena de sufrimiento y malos tratos, o si desea 
trabajárselo para hacer más feliz a sus seres queridos, y para vivir una
 vida llena de amor, sin lágrimas, sin conflictos, sin peleas, sin malos
 ratos, sin chantajes, sin silencios, sin castigos y sin violencia. 
La clave es darse cuenta de que todos podemos elegir qué clase de 
persona queremos ser, y cómo queremos relacionarnos con los demás: si no
 sentimos que no podemos trabajar con nuestras herramientas, entonces 
podemos pedir ayuda profesional. Para trabajar los problemas hacen falta
 ganas, motivación, capacidad para el autoconocimiento y la  
autocrítica. Sin ellas no hay cambio posible, aunque te prometa una y 
mil veces que nunca más te va a hacer sufrir y que todo va a cambiar de 
manera mágica un día, cuando menos te lo esperes.
Esperar no es 
una opción: para desconectar del niñito asustado que hay en el interior 
de un maltratador, hay que conectar con nuestra niña interior, y darle 
prioridad a ella: se merece lo mejor, se merece mucho amor.
Recuerda: tu misión es salvarla a ella de la violencia de él, no salvarle a él de sí mismo.
Psicología Breve
Síntoma: Seducción refractaria a todo lo que respira ( si pero no)
Tipo de personalidad : infantil. Inmadura. Síndrome de Peter Pan. Don Juanismo.
Mecanismos de defensa: Montón de malestares psicofísicos
Frases de cabecera: 
"Yo nunca te prometí nada" 
" Te confundiste" 
" Es mí forma de ser" 
" Te quiero, pero no sé qué me pasa" 
" No fue con esa intención" 
" Entendiste mal"
" No sé que te hice para que te pongas así" 
" Ahora no quiero hablar de eso " 
Aspecto físico: oh, si. Bonito + un par de músculos. 
Sexualidad : mucho ruido y pocas nueces
Error: Querer interpretar lo que les pasa. 
Diagnóstico : Histeria
Pronóstico : No va a suceder. Cada vez que le des bola, se retira. ( Pues no quiere que suceda, tan solo quiere seducirte )
Tratamiento :
* el de el : que se lo pague el. 
* el tuyo : no la luches. Retírate. Ahora.
PD : Y no. No lo vas a cambiar. 
Autor:Lorena Pronsky

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